Ese día caminamos mucho, hablamos más. Algunas esquinas se tiñeron de humor ácido y otras de un silencio cómplice y abundante. Nunca hizo falta demasiado para entendernos. Agustín sacó una foto al atardecer en una calle lluviosa, otra para su madre, y yo a la verdulería Istambul. Terminamos en una cervecería de paredes verdes y mobiliario de madera. Hacía frío, aunque no tanto para enero. Yo incubaba una infección respiratoria y me sonaba la nariz cada dos minutos.
Berlín, Enero 2023.
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