No Ficción

Nosotros contra el tiempo

El clima de la semana auspicia una tormenta larga y las medidas del nuevo Presidente del INCAA una angustia devastadora. Nosotros tenemos en manos y corazones una película independiente, llena de exteriores noches, un plan de rodaje apretujado, ansiedad y mucha hambre de filmar. El lunes, el pronóstico abre una ventana entre las 18 y las 00hs. Decidimos arriesgarnos y confiar en esa bendita ventana que, al final, no se abre. Terminamos en la base, que es mi casa, un poco mojados, cenando tortillas y replanteando agendas. Jornada perdida, dinero perdido, ganas acumuladas. El escenario de crisis no ayuda, no da margen, no da respiro. Con Fede salimos al balcón, contemplamos la lluvia y nos preguntamos si hay que filmar o si hay que encadenarse en la sala de nuestro mítico Cine Gaumont (a mí me gustaría poder hacer las dos). El martes por la mañana leemos una nota optimista que Javier Diment publica en Página 12: “hay que filmar, sirve, hay que juntarse, desarrollar planes de lucha, hacer asambleas, seguir filmando, salir a la calle. Porque esta gente de mierda se va a ir, y nuestras películas que no ve nadie quedarán para siempre, y van a servir no solo para la resistencia, sino también para la reconstrucción”. Queremos creerle, necesitamos creerle. Prendo la televisión y en las noticias dicen que es el peor día de la semana: diez barrios sin luz, zonas inundadas, desamparo, y a la espera de casi 100mm de agua. Ahora sí, hay que suspender. Estamos a tiempo de reducir el impacto. Fede pasa el día en la sala de montaje, combate la ansiedad con proxys, pruebas y exports; yo con el plan de rodaje, muevo escenas, días, horarios. ¿Pudieron filmar?, qué cagada el clima, ¡no puede ser que tengan tanta mala leche!, pobres, ¿el rodaje sigue en pie? Un mensaje tras otro y otro y otro más… y así pasan las horas. De noche no puedo dormir. Me siento en el balcón a esperar a que llueva. Suspendimos la jornada, el pronóstico aseguró la tormenta final y ahora el cielo está oscuro pero quieto. ¿Acaso nos equivocamos otra vez? A las tres de la mañana, recién, se larga y me voy a la cama. Me despierto a las siete con bocinas y tránsito atascado. Preparo el mate, enciendo la computadora, hablo con Fede y todo vuelve a empezar. El tiempo contra nosotros o nosotros contra el tiempo. Hay crisis, hay dudas, hay obstáculos. No importa. A pesar de todo y contra todo, también hay una película por filmar. Que nadie lo olvide ni lo dude: siempre habrá una película por filmar.

 

Miércoles 13 de Marzo, Buenos Aires, Argentina.

 

*La película está escrita y dirigida por Federico Pozzi, protagonizada por él y Emilia Ickovic, y conformada por un hermoso equipo de trabajo.

**La nota a la que hace mención el texto, se llama “Optimismo” y fue publicada por Javier Diment el 9 de marzo, en el Diario Página 12.

Jorge

Los primeros días de enero viajé a Alemania y tomé un tren desde Berlín a Bremen. Debo confesar que estaba nerviosa. Iba a visitar a Jorge, mi tío, el mellizo de mi mamá. Llevábamos años sin vernos y el único contacto que teníamos eran saludos escuetos por nuestros cumpleaños, que ni siquiera se daban con frecuencia. Fui empujada por la intuición, por una deuda pendiente, curiosidad, o la nostalgia de un pasado: el tiempo de los abuelos todavía vivos. Conocí su casa, su lugar de trabajo, el centro de la ciudad, algunas cafeterías y barrios pintorescos. Tomamos mate cocido y hablamos del clima, del transporte público, de Oberá. Una noche, nos descubrimos compartiendo calles de tierra roja y apellidos suecos, alemanes y polacos. Él no paraba de toser, yo de sonarme la nariz. Hacía frío y llovía siempre. La habitación que me preparó para dormir tenía una ventana inclinada a través de la cual veía correr el agua y a los árboles mecerse. Me acordé todo el tiempo de mi infancia, de la Oma y el Opa, de la casa de Beruti y José Ingenieros, de la bolsa de agua caliente, de los domingos en la chacra. De a poco, el hielo empezó a derretirse. Entendí cosas que antes no veía. Volví a formar parte de una familia que sólo habla alemán y seguí las conversaciones con un ping pong de miradas atentas. El lenguaje otra vez conocido. Perdido o desorientado. Una puerta ahora abierta. La comida caliente. Un sueño revelado. Un único y último abrazo en las vías del tren. Voces que se encuentran y se quiebran. ¡Chk-chk-chk! Locomotora en marcha. Atardece, me quito los guantes y el gorro. ¡Chk-chk-chk! Brota humo de mi silencio. ¡Chk-chk-chk! Otra oportunidad.

Bremen, Enero 2023

#Diario

Agustín

Ese día caminamos mucho, hablamos más. Algunas esquinas se tiñeron de humor ácido y otras de un silencio cómplice y abundante. Nunca hizo falta demasiado para entendernos. Agustín sacó una foto al atardecer en una calle lluviosa, otra para su madre, y yo a la verdulería Istambul. Terminamos en una cervecería de paredes verdes y mobiliario de madera. Hacía frío, aunque no tanto para enero. Yo incubaba una infección respiratoria y me sonaba la nariz cada dos minutos.

Berlín, Enero 2023.

#Diario

Alpedrete

Me tomé un tren sin saber a dónde iba. Llevé una mochila y un libro. Me senté del lado de la ventanilla y mientras el paisaje volaba, pude divisar un venado. Caminé sin rumbo. Compré dos mandarinas y un plátano. Se desdibujó la zona urbanizada, abrí un portón y entré. Mugidos cercanos. Un refugio, silencio. Abrí la mochila y saqué un termo con té de jengibre, limón y miel; un tapper de chipitas caseras que horneé antes de salir y un repasador manchado con lavandina. Dejé pasar el tiempo. Me encontré en el reflejo aguado de piedras y cielo. Húmedos los ojos, en pena la garganta. La tarde se puso fría. Quise volver, o no, lo hice por inercia, por obligación. Un niño manejaba un avión a control remoto. Zigzagueo frenético en el aire gris. Hubo un ruido, después vacío. El avión estrellado. Segundos más tarde, hundido.

Alpedetre, Enero 2023

#Diario

Marruecos

Esa excursión la hicimos en una combi que paraba cada dos o tres horas para ir al baño y tomar café. Me tocó sentarme al lado de la ventanilla y mi papá dijo “el mejor lugar para disfrutar del paisaje”. A él le había tocado en el medio y estaba enojado porque además de perderse la vista, su metro noventa y algo iba apretado y encorvado. A mi no me hacía falta nada más que recostar la cabeza contra el cristal y dejar caer los párpados para desaparecer hasta la próxima parada. Le hubiera cambiado de asiento pero él dijo que no, quería estar al lado de mamá. Esos meses dormí mucho, a cualquier hora, en cualquier sitio, sin importar las rutas, la buena educación y las oportunidades perdidas. Tiempo después, una librera me recomendó que leyera “Yo maté un perro en Rumanía” y me pareció que el libro había sido escrito para mí.

Marruecos, Marzo 2023

#Diario

Merzouga

La noche que pasamos en el desierto cenamos y nos reunimos alrededor del fuego. Mamá y Marina bailaban y mi papá, que suele ser más tímido, se reía y movía pies y manos a lo loco. Tambores, cuerdas y dos italianos. Después de un año sin vernos, por fin compartíamos la música y el aire. Esa alegría en los ojos, inocente y sin mañana, me emocionó tanto que fui a buscar mi cámara y me puse a filmar imágenes que jamás volví a ver. Estrellas una al lado de la otra, juntitas, apretadas, muchas, como en el cielo de mi infancia. Chispas volaban en lo alto hasta extinguirse. Los colchones se hundían y nos abrazaban el sueño. Al día siguiente, un té caliente nos despertó justo a tiempo para alcanzar el amanecer. La arena anaranjada y el viento fuerte.

Merzouga, Marzo 2023

#Diario

Oporto, día dos

Lloviznaba. Tomé aire y empecé a caminar. Portugal es un país de desniveles y casas encantadoras. Me metí en callecitas angostas hasta perderme. El cielo se puso oscuro y la llovizna se convirtió en chaparrón. Divisé una puerta roja: Escondidinho do Barredo. Entré, dejé el paraguas en el suelo y me senté en la última mesa, frente a una anciana que vestía delantal y miraba las noticias en el televisor. Pedí todo lo que me recomendó el camarero: sardina, buñuelo de bacalao, media ración de ensalada de pulpo y una copa de vino verde. También le hice caso en mojar el pan en aceite de oliva. En un momento se acercó a preguntarme si estaba satisfecha, voy despacio, dije, y él meneó las caderas y agregó: si mueve el esqueleto entra todavía un poquito más.

Portugal, Diciembre 2022

#Diario

Oporto, día uno

A Oporto fui dos días y una noche. Salí de trabajar a las once y media, dormí cuatro horas y me subí a un avión con una mochila cargada de equipos. Caminé bajo la lluvia y me empapé las zapatillas. A la tarde conocí a Mateo, que me invitó un mate con sabor a tierra colorada y se nos piantó un lagrimón. Intenté filmar una escena de un documental que más que una película era un punto de fuga, un mirarme en el otro, un bálsamo para el desarraigo. A la noche ganó la Selección y festejamos junto a Mateo, Dai y unos cien argentinos más que cantaban las calles. Me abracé con un marroquí y compartimos la dicha. Hice una videollamada con mi mamá por cábala y por amor. Fue una locura, imposible de explicar, difícil de creer. A la mañana siguiente me desperté hinchada y sin voz. Subí y bajé escaleras; tomé vino, café y frío. A la imagen de la foto llegué por Piazzolla: un argentino tocaba el acordeón a orillas del río. Me senté en un banco y me largué a llorar. Los pájaros revoloteaban histéricos el cielo lleno de nubarrones. Si cierro los ojos, creo que todavía puedo escuchar la melodía. Ya en el aeropuerto, intercambié mensajes de audio con una amiga y en todos se me quebró la voz. De madrugada, un taxi me dejó en Lavapiés. Cuatro pisos por escalera y por fin mi habitación blanca y pequeña. Me desnudé y me metí en la cama bajo un edredón, un polar y una manta. A eso de las siete de la mañana me despertó la radio a todo volumen que solía poner mi compañera de piso en un altavoz al lado de mi puerta. No salí hasta las once, que me vestí de negro y me fui a trabajar. Bienvenidos, ¿qué les puedo ofrecer? Clásica, Trufada o de Chorizo Ibérico de Bellota. ¿Con pan? Una de Lotus y una de Pistacho. ¿Desean algo más?

Portugal, Diciembre 2022

#Diario

Diez cosas antes de morir

Antes de morirme debería viajar a Rusia y, en una noche de nieve, emborracharme en un bar hasta olvidarme el camino de regreso al hotel de mala muerte donde dormiré. También debería tomarme un avión hasta Pakistán, volver a abrazar a mi amiga Hira Nabi y decirle 𝘮𝘢𝘪𝘯 𝘵𝘶𝘮𝘴𝘦, 𝘱𝘺𝘢𝘳 𝘬𝘢𝘳𝘵𝘢 𝘩𝘰𝘰𝘯. Debería ver las auroras boreales, pero no ir a verlas, verlas de casualidad, cuando pare a cenar un sandwich de jamón crudo, al costado de la ruta. Antes de morirme debería nadar desnuda en una playa desierta y transparente y por la noche estrenar un vestido en una fiesta en el Festival de Cannes. Para ser invitada a la fiesta en el Festival de Cannes debería primero filmar otra película, pero esta vez una buena de verdad, una que algún jurado quiera premiar. Antes de morirme también debería tener un hije, y ojalá ese hije pueda pagar aunque sea algún impuesto con los derechos de alguna obra que deje por ahí. También debería tener un restaurante a puertas cerradas como siempre soñé, manejar un Renault 12 Rural y vivir en Madrid.

17 de Marzo, 2021

#Diario

Simulacro de casa

Esa es la imagen que se ve desde la ventana de la que simula ser mi casa. En la buhardilla de atrás vive un chico que toma mucho café y siempre está lavando platos. Tiene un tazón blanco y usa de pijama una remera azul eléctrico. En la de adelante no pasa nada, suele estar apagada y en silencio, aunque en verdad creo que soy yo que no alcanzo a ver lo que hay dentro.
Abajo hay una habitación rosa: luz rosa, alfombra rosa, cama rosa y sábanas rosas en las que descansan las piernas peludas de un hombre sin rostro, pero al que imagino morocho, de rulos y ojos verdes. A la izquierda, una pareja a la que le gusta los Red Hot Chili Peppers y fumar en el balcón. A la derecha, algunas plantas, un aire acondicionado, una bandera amarilla que dice: SOS Madrid, vecinos en peligro de extinción.
Las tardecitas se pintan magenta y a la noche, cada tanto, te despiertan los borrachos del bar ese al que fui la semana pasada. Antes de entrar dudé, pero después me metí igual y pregunté por la causa a la limeña que me habían recomendado un millón y medio de veces y que ya no quedaba: vendieron hasta la última porción y desde ese día no iban a hacer más. Me senté pero no para quedarme, me senté para recuperarme y nada más. Me ofrecieron una caña, una doble, un tinto de verano, un verdejo, un rioja, un ribera, un vermú. Rechacé todo y le dije a la mujer que yo solo venía por la comida, que no se preocupara, que mejor me iba, que suficiente traición era entrar al bar que me despertaba todas las madrugadas. La mujer se disculpó y prometió mantener a los borrachos callados o mandarlos a fumar a la otra esquina, y ahí le dije que ya fue, que no pasaba nada, que no me molestaba, que estaba todo bien, y me fui.
En el techo de enfrente también hay una chancleta de goma negra, que siempre me pregunto cómo fue a parar ahí y porqué no se cae ni con viento ni con lluvia.
A veces, y solo cuando hay sol, una gata se recuesta en el tejado. Entonces, busco el mate, me siento y pasamos un rato largo mirándonos.

 

#Diario

Lavapies, Madrid. Canon AE-1. Kodak Ultramax 400

Nunca pasa nada

Calles de tierra roja levantan un polvo que, suspendido en el aire, se confunde con la niebla. Un pequeño barrio de viviendas …

El clima de la semana auspicia una tormenta larga y las medidas del nuevo Presidente del INCAA una angustia devastadora. Nosotros tenemos …

Evita

Tengo el recuerdo de una madre a la que no conocí. Era rubia, dicen era puta, dicen era loca.   Tengo el …

Yo la pagué

Primero pensé: la hija de puta de María Laura me cambió la cerradura. Es cierto que hacía meses que no estábamos bien, …

#7

Me entrego a la flor que se resiste a la helada.

Jorge

Los primeros días de enero viajé a Alemania y tomé un tren desde Berlín a Bremen. Debo confesar que estaba nerviosa. Iba …

Agustín

Ese día caminamos mucho, hablamos más. Algunas esquinas se tiñeron de humor ácido y otras de un silencio cómplice y abundante. Nunca …

Alpedrete

Me tomé un tren sin saber a dónde iba. Llevé una mochila y un libro. Me senté del lado de la ventanilla …

Marruecos

Esa excursión la hicimos en una combi que paraba cada dos o tres horas para ir al baño y tomar café. Me …

Merzouga

La noche que pasamos en el desierto cenamos y nos reunimos alrededor del fuego. Mamá y Marina bailaban y mi papá, que …

Oporto, día dos

Lloviznaba. Tomé aire y empecé a caminar. Portugal es un país de desniveles y casas encantadoras. Me metí en callecitas angostas hasta …

Oporto, día uno

A Oporto fui dos días y una noche. Salí de trabajar a las once y media, dormí cuatro horas y me subí …

Ry

Tongue. Laught. Dirty words. Shit. Hot. Dirty words. Sensorial perspective. Need the voice forever. Forever, forever and ever.   Catalunya, Junio de …

Antes de morirme debería viajar a Rusia y, en una noche de nieve, emborracharme en un bar hasta olvidarme el camino de …

Imposible

Si lo persigo, si lo ignoro, si lo contemplo; el horizonte siempre se sabe imposible.

Esa es la imagen que se ve desde la ventana de la que simula ser mi casa. En la buhardilla de atrás …

Llegué a Santander antes de que empezara el Congreso de Mujeres Cineastas. Con una mochila a cuestas, caminé por la ciudad. Vi …

Daiana llevaba siempre los colores del invierno berlinés. Una noche hacía mucho frío, estaba oscuro y casi no había alumbrado público. Daiana …

Hace poco revelé películas viejas y otras no tan viejas. Las hojas están vacías y acompaño la espera. Es lo que hay, …

Vamos a pasear al perro, dice y un vaho se le escapa por la boca. Guantes, gorro, medias y adiós al aroma …

Era en Abril

La casa es el cuerpo, el refugio, el santuario, la infancia. Sin la casa, me falta el aire, enmudece la noche, siento …

Camino ciudades por las que alguna vez caminamos juntos, busco re habitar espacios, mirarlos de nuevo (y como si fueran nuevos), aprensar, …

Torneo Clausura 2010

Diego Armando Maradona metió un gol que vi pintado en una pared de la Paternal cerca de la cancha que todavía arde …

#6

No sé cómo romper la angustia, encontrarle una grieta y dejar de morir cada noche, otra vez.

Caminé un largo rato hasta llegar al puerto. Me senté a pocos metros de un chico que cantaba flamenco bajo la sombra …

El paisaje viaja a gran velocidad a través de la ventanilla empañada. No alcanzo a congelar la flor en la retina, ni …

Recorro Chacarita hasta llegar a Paternal arriba de la línea 44, paso por la misma esquina de siempre, esa que tiene pintado …

#5

Mientras espero el fin de la hostilidad, partículas de fuego flotan en el aire.

Nana para Irupé

Duérmete niña Que la luna es un trampolín Y en ríos de leche tibia Serás sirena o delfín. .

#4

El cuerpo permanece enterrado en el corazón de un desierto, y yo agito los dedos al silencio.

Cosa de hombres

Los viernes por la mañana voy a la laguna con mi hermano Eli a esperar que las aves desciendan. Nos hemos construido …

¿Te acordás del campamento del Progreso Rowing Club? Fuimos a celebrar el último fin de semana de la colonia de vacaciones, el …

Justicia y venganza

En una mañana de sol y primavera, Betsabé en la terraza, mojaba su cuerpo desnudo. Su marido se había marchado junto al …

#3

Buscar la soga en la pluma. Si la pluma arde buscarla en la palabra de alguien que también esté solo.

Un volcán en erupción. La lava recorre las calles y se lleva puestas las casas, aunque tal vez sean sólo árboles, no …

#2

Te acuno en el vientre mientras duermo.

Ñangapirí

Hija de mi árbol de Pitanga, sobreviviente de climas kilómetros sueños rotos, ahora se eleva al sol y ensancha sus pequeñas ramas. …

Hace un tiempo mis papás intentan convencerme de varias formas para que fuera al pueblo, pero yo siempre no puedo, mamá, tengo …

Karaoke

Era de noche y habíamos quedado en encontrarnos con un grupo de chicos que nos invitó a salir. En verdad, uno de …

La Negra de esa noche no recuerda mucho. Trató de reconstruirla con imágenes borrosas y con los dichos de sus amigas, de …

Insomnio

Después de tragar la pastilla para dormir que el médico le recetó, Pina se acostó en la cama a esperar que pasaran …

#1

En ausencia de mí, me he encontrado.