Hija de mi árbol de Pitanga,
sobreviviente de climas
kilómetros
sueños rotos,
ahora se eleva al sol
y ensancha sus pequeñas ramas.
Promete frutos rojos
y florecillas blancas.
.
El viento le arranca las hojas viejas
que primero vuelan
y después descansan,
no se sabe
si en la arena oscura,
en el fondo del agua
o en el Peñón de Teyú Cuaré.