Hace un tiempo mis papás intentan convencerme de varias formas para que fuera al pueblo, pero yo siempre no puedo, mamá, tengo que trabajar, papá, nunca hay señal, mamá, y el internet funciona para el orto. Durante un mes seguido me desperté con un audio de pajaritos grabados por mi mamá, y llegué a sospechar que era el mismo audio reenviado una y otra vez. También llegué a odiar a los pajaritos y me imaginaba al bajarlos de los árboles con un rifle de aire comprimido. La semana pasada, hubo tormenta y el río que pasa por el pueblo estaba alto y correntoso, así que arrastró los restos de un caballo muerto. De eso mi mamá me mandó varios videos: plano general del caballo en el agua, primer plano de las costillas del caballo, plano medio de un canoero al sacar el caballo del agua, plano detalle de la mano con tres dedos del canoero y un zoom a la carne podrida del caballo, seguro carcomida por los mismos inocentes pajaritos que a mi mamá tanto le gusta grabar. Me dio tanto asco que vomité los ravioles que almorzaba. También me enojé por haber gastado el poco efectivo que tenía en las pastas de la nona para que al final terminaran así. Una vez recuperada, agarré mi celular. Al canoero en el pueblo nadie lo conoce pero ahora es un héroe, un héroe anónimo que se llevó el olor a muerte y desapareció, eso me dijo mi mamá y entonces la bloqueé.