No Ficción

Congreso de Mujeres Cineastas

Llegué a Santander antes de que empezara el Congreso de Mujeres Cineastas. Con una mochila a cuestas, caminé por la ciudad. Vi a Los Raqueros, visité la Catedral y pasé por el Palacio de la Magdalena. Me senté en el pasto, justo en un acantilado, donde podía ver a un hombre pescar. Aunque había sol, el viento frío me pegaba en la cara. Me sentí afortunada. Cerca de las dos, almorcé chipirones con vino blanco y la camarera me invitó un chupito de licor de crema, cortesía de la casa. Después, me fui a la playa del Sardinero y se largó a llover. Por suerte traía paraguas: lo abrí y contemplé el mar, hasta que se hizo la tarde y me fui al Hotel. Me pegué una ducha de agua caliente, tomé un té y me acosté a dormir. Era mi primera noche sola en mucho tiempo.

22/6/22

 

#Diario

Monopatín eléctrico

Daiana llevaba siempre los colores del invierno berlinés. Una noche hacía mucho frío, estaba oscuro y casi no había alumbrado público. Daiana manejaba y yo me abrazaba a su cintura. Me acuerdo que cerré los ojos y sentí el viento pegarme en la cara. Después le dije: “si me muero ahora, me moriría feliz”. Tan así, que hasta lo quise.

#Diario

13 de Marzo, 2023

Hace poco revelé películas viejas y otras no tan viejas. Las hojas están vacías y acompaño la espera. Es lo que hay, lo que toca, lo que tengo. Creerse quieto, a veces, es puro movimiento. Aunque lento, resisto y camino. Busco conmoverme con pequeñas cosas, no perder el asombro, mantener la fe. Robo imágenes al mundo para construir mi propia memoria y ejercitar el pensamiento. Me hago demasiadas preguntas, todo el tiempo, a toda hora, hasta en sueños. Escucho, miro, aprendo. Intento encapsular el instante, recuperar un tiempo antiguo, pasado de moda, en peligro de extinción. No puedo, no recuerdo y sin embargo, siento. Entonces me desdoblo entre el frenesí cotidiano y el derecho a la pausa que no encuentro.

Voy hacia allí. Una pulsión. Un deseo.

Todavía escucho algo, a lo lejos y en susurros.

¿Será la lluvia, por fin, mi lluvia?

Y además, no sabía que podían doler tanto los pies.

 

#Diario

Era en Abril

La casa es el cuerpo, el refugio, el santuario, la infancia.

Sin la casa, me falta el aire, enmudece la noche, siento vértigo, caigo.

Osteoporosis, rodillas sangrientas, piel moreteada.

Silencio.

La culpa es de un suelo que miente firmeza pero tiembla, todavía más que mi espíritu.

Silencio.

Un balcón ajeno, reflejos de luz y me pregunto: cuántas trincheras caben detrás de esas ventanas?

 

#Diario

Enero, Berlín, Alemania

Camino ciudades por las que alguna vez caminamos juntos, busco re habitar espacios, mirarlos de nuevo (y como si fueran nuevos), aprensar, olvidar, dejarme pillar por el asombro y la curiosidad. Hoy el cielo está encapotado y hace un grado bajo cero, o dos. Quiero ir ahí a donde no me dejaste, porque vos ya lo habías visto, porque para qué, porque no vale la pena, porque conozco algo mejor. No sé leer el mapa y no tengo sentido de la orientación, pero no me importa; por una vez, confío y estoy segura de que voy a llegar. Me envuelvo en la bufanda, me cierro la campera y me pongo la capucha. Empieza a gotear. Me arrepiento de haber regalado mis guantes. Con la poca señal que tengo, me paro frente a un monopatín eléctrico y lo alquilo. Nunca manejé uno. Consigo hacerlo andar y tomo velocidad (toda la velocidad que se puede). Aguanieve en el rostro y un viento que parece tajarme la piel me recuerdan que todavía estoy viva… y que allá voy.

#Diario

Domingo 30 de Mayo, 2022.

Caminé un largo rato hasta llegar al puerto. Me senté a pocos metros de un chico que cantaba flamenco bajo la sombra de un árbol. A su lado, un perro negro azabache con un pañuelo rojo al cuello. Los miré y el perro corrió hacia mí para que lo acariciara. Me di cuenta de que le faltaba una oreja. Dos turistas se pararon frente al músico, sonrieron, tomaron algunas fotos, se susurraron algo al oído, y después, en un español difícil de entender, le pidieron que tocara una canción. Deben haberla traducido en el móvil porque se lo acercaron para que lo leyera. “Esa no me la sé”, respondió el chico con una sonrisa. Los turistas, que antes disfrutaban del espectáculo callejero, ahora se marchaban desilusionados. El perro se alejó de mí y empezó a ladrarles. Intercambié una mirada cómplice con el músico que volvió a rasgar la guitarra.

Hacía calor y las gaviotas custodiaban el mar.

Puerto de Barcelona. Canon AE-1. Kodak Color 200.

Un recuerdo a punto de devorarme

El paisaje viaja a gran velocidad a través de la ventanilla empañada. No alcanzo a congelar la flor en la retina, ni en la memoria, ni en la palabra. Vuelvo a la casa de la Ruta 213. Tengo los pies embarrados y las manos de arcilla. Después, lloro como esos chaparrones de verano. No quiero dormir en casa de Pipi. El marido de Pipi me mira y yo lo miro a través del vidrio trasero del Citroën blanco de mamá. Tengo los pies fríos y las manos de tinta.

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